Un Viaje Consecuente

Agosto-Septiembre 2021 Translation

Este próximo capítulo en mi aventura se deriva de mi impulso por obtener mi divemaster. Parte de la justificación por buscar completarlo era para mejorar mis prospectos laborales con los yates. Sin embargo, para completar este curso tendría que pasar entre 1 y 2 meses buceando. Esto, por supuesto, era lo que más me emocionaba sobre convertirme en divemaster. En Junio pasado había comprado un boleto de avión a Phuket, Tailandia pensando que haría mi curso de divemaster allí si no podía encontrar una fecha predeterminada en Agosto. Pero para cuando había terminado mi contrato temporal en mi primer barco, llegar a Tailandia era complicado gracias a: (si lo adivaste) covid. Como sea, era hora de encontrar un nuevo lugar donde hacer mi divemaster. Mi búsqueda estaba regido por dos criterios principales: 1. Posibilidades de surfear. 2. Posibilidad de ver tiburones durante las inmersiones. Aún cuando normalmente uno no quiere surf y tiburones cerca el uno del otro, esto es lo que realmente me interesaba y me llevó a Tofo …y a Roma, Doha y Victoria Falls.

El gran viaje comenzó con una parada inolvidable en Roma. En un golpe de suerte, pude coordinar reunirme con mi novia allí de último minuto. Pasamos alrededor de 4 días dando la vuelta por la ciudad antes de tomar mi vuelo hacia el sur. Para nuestra sorpresa, descubrimos que los Italianos toman sus vacaciones en Agosto y encontramos la ciudad un poco vacía. Visitamos las paradas turísticas clásicas (Coliseo, El Vaticano, La Fuente de Trevi, La Plaza de España…) y disfrutamos de una comida deliciosamente auténtica cada día. Parte de la atracción de Roma recae en pasear por una ciudad de inmensa importancia para la modernidad con una pedazo de historia en cada esquina. El viajar con mi novia me permitió compartir la magia de la ciudad y atesorar experiencias compartidas.

Un par de turistas.

El día del vuelo llegó. Sucedió que tenía una escala larga en Doha, donde vive una de mis mejores amigas de la universidad. Fue un verdadero lío pasar por el aeropuerto pero todo valió la pena. Simplemente reconectar con mi amiga justificaba cualquier inconveniente. Ver un país tan diferente a cualquier otro lugar al que había ido era un bonus. Desafortunadamente, tenía que ponerme unas vacunas y comprar unas cosas de buceo mientras estaba en Doha, pero aún así tuvimos tiempo de ir a un paseo por las dunas, visitar el Museo Nacional de Qatar y compartir una comida con algunos de sus amigos. Nada mal para un día de escala. 

Al llegar a Maputo estaba relativamente cansado y todo lo que quería era acostarme y descansar pero después de ser convencido por mi familia de ponerme todas las vacunas “recomendadas” al viajar a Mozambique, caminé la ciudad buscando la vacuna contra la fiebre amarilla. Mi búsqueda de la vacuna fue casi un éxito excepto que cuando finalmente encontré una clínica que la tenía, se les habían acabado las tarjetas de vacunación. Regresé al hotel y dormí para levantarme temprano para llegar a la estación de camiones a las 4:30am. Me tomó unas 3 horas más de espera y 10 horas de viaje en “chapa” (van vieja transportando gente y paquetes) lo cual sumó un gran total de 3 y medio días de viaje para finalmente llegar a Tofo, el lugar más lejano y remoto que alguna vez he visitado.

Las semanas en Tofo fueron un sueño. Recuerdo claramente una mañana caminando por la playa hacia el centro de buceo pensando: “Wow, que afortunado soy! No puedo creer que por ahora, mi vida consiste en bucear todos los días y surfear.” Estoy extremadamente agradecido de haber tenido la oportunidad de hacer mi divemaster en Tofo. El buceo estuvo genial, con excelente biodiversidad incluyendo manta rayas, tiburones de arrecife, rayas eléctricas, peces escorpión, peces león, morenas, peces globo, peces guitarra, nudibranquios, camarones arlequín y muchos más. De hecho, tuve una hermosa bienvenida del océano tan pronto como llegué. En mi primer día buceando, vi una manta raya grande que se mantuvo alrededor de nuestro grupo por los últimos 10 minutos de nuestra primera inmersión. Poco después, durante nuestro intervalo en la superficie ¡vimos a un tiburón ballena joven e inmediatamente brincamos a nadar con él! Simplemente increíble. Aunque tuvo solo pocos encuentros con animales grandes después de eso, la siempre-presente posibilidad de encontrarmélos hizo especial cada una de las inmersiones, especialmente las profundas. Además, recibí un regalo de despedida del océano y pude ver tiburones de arrecife y una especie muy rara de raya en mi último buceo en las aguas de Tofo y más. Buceo aparte, la gente con quien compartí mi estancia es otro punto a destacar. Una vez más, mi novia estuvo allí para compartir aventuras en sobre y bajo el agua en Tofo. También fue genial compartir una casa con más gente joven también haciendo su divemaster y conocer a más buzos locales y extranjeros. En general, compartir una vida de agua y sol fue idílico.

Viviendo un sueño con Manuel con Joakim.

La siguiente pierna de mi viaje fue causado por la necesidad de resolver otro asunto de inmigración. Obtener una visa al llegar a Mozambique significaba que tenía que salir del país y regresar si quería pasar más de 30 días allí. No había una forma sencilla de extender mi estadía. La logística para un simple viaje de salida y regreso resultaron ser complicados. Así que, la suerte me sonrió otra vez y pude conseguir un trabajo al final de Septiembre, solo un poco más de una semana después de que mi visa expirara. Mi novia y yo decidimos que como ya estábamos hasta el sur de África, por qué no ir de paso de safari a Zimbabwe… Parecía ser la oportunidad perfecta, una que no se presenta cada Lunes. Ir a un safari era nuestro mayor objetivo, aunque no teníamos ninguna reservación además del vuelo y un hotel por los primeros días en Victoria Falls.

Justo como nos lo imaginamos, nuestro tiempo en Zimbabwe fue inolvidable. Pasamos más o menos 3 días en Victoria Falls. Visitamos el parque nacional de las cascadas, hicé el salto de bungee desde el puente e hicimos rafting (con cocodrilos) en el Zambezi. Decidimos que todas las actividades eran emociones escenciales. Un día antes de salir hacia el Parque Nacional Hwange, aún no teníamos nada planeado. No tenía idea de donde nos íbamos a quedar pero seguro íbamos, de eso no cabía duda. Afortunadamente, el único lugar que contestó mis llamadas nos ofreció un paquete fantástico y al día siguiente llegamos al safari lodge Sable Sands para nuestra aventura de safari soñada. El safari en Hwange fue verdaderamente revolucionario para mi vida. Descubrí por qué viajar debería ser una prioridad en mi vida y encendió una pasión en mi por la fotografía de vida silvestre y la búsqueda de encuentros cercanos con animales en tierra. Ver animales que solamente había visto en Animal Planet de cerca se sentía surreal, mágico. Me sentía inmerso en El Rey León. De hecho, llamaba a algunos animales por el nombre del personaje que tenían en la película. También me di cuenta de que este es el tipo de experiencias que quiero perseguir a lo largo de mi vida, experiencias relacionadas con la naturaleza. Quiero experimentar lo más que pueda de la Tierra. La belleza que ofrece es majestuosa, la observé en el poder las cascadas en Victoria Falls, en los ojos de los elefantes, en la fuerza de los leones, el estilo de las zebras, las travesuras de los monos. Se puede escribir mucho más sobre ir a un safari y ver animales cara a cara, pero la magia cobra vida en persona.

Acercamiento con un elefante en Sable Sands.

Nuestro inesperado y no-planeado viaje a Zimbabwe se convirtió no solamente en una de mis memorias más valoradas sino también en un viaje que me enseño algunas lecciones importantes. Nuestro viaje en safari abrió mis ojos y me lleno con inclusive más entusiasmo sobre vivir y viajar más lejos, más profundo, buscando lo salvaje, experimentando la belleza de nuestro planeta de primera cuenta. La próxima parada en mis aventuras me llevo de regreso a Europa, esta vez al norte a la (posiblemente) subestimada Rendsburg, Alemania.

A Consequential Trip

August-September 2021

This next chapter in my adventure comes to be out of my urge to obtain my divemaster. Part of the rationale for seeking it was to improve my employment prospects with the yachts. However, in order to complete the course I would have to spend 1-2 months diving. That, of course, was what really made me excited about becoming a divemaster. Back in June I had booked a plane to Phuket, Thailand thinking I would do my divemaster there if I could not find a job by a certain date in August. But by the time I finished my temp contract on my first boat, getting to Thailand was a bit tricky thanks to: (yes, you guessed it) covid. Anyway, it was time to look for a new place to do my divemaster at. My search was governed by two main criteria: 1. Surfing possibilities. 2. Ability to see sharks on dives. Although you typically don’t want surf and sharks near each other, that is what really interested me and led me to Tofo …as well as Rome, Doha and Victoria Falls.

 The whole big trip started with an unforgettable stop in Rome. In a great luck strike, I was able to coordinate meeting my girlfriend there last minute. We spent about 4 days touring the city before taking my flight down south. To our surprise, we discovered Italians take vacations in August and found the city fairly empty. We visited the classic tourist stops (Colloseum, The Vatican, Fontana di Trevi, Spanish Steps…) and enjoyed a deliciously authentic Italian meal every day. Part of Rome’s appeal rests in strolling in a city of so much importance to modernity with a piece of history in every corner. Traveling with my girlfriend allowed me to share the city’s magic and treasure shared experiences.

A couple of tourists.

Flight day arrived. It so happened that I had a long layover in Doha, where one of my best friends from college, Siwar, lives. It was a true hassle to get through the airport but it was all worth it. Simply reconnecting with Siwar justified any inconvenience. Seeing a country so different from anywhere else I had been was a plus. Unfortunately I had to get some vaccines and buy some diving gear while in Doha, but we still had time to go dune riding, visit the National Museum and share dinner with some of her friends. Not too bad for a day’s layover.

Upon reaching Maputo I was relatively tired and all I wanted was to lay down and rest but after being convinced by my family that I should get all “recommended” vaccines when traveling to Mozambique, I walked the city looking for the yellow fever vaccine. My quest for the shot was almost successful except that when I finally found a clinic which had the vaccine, they happened to run out of vaccination cards. I went back to the hotel and slept to wake up dark and early to reach the bus station at 4:30am. It took me an additional 3 hours wait and 10 hours trip in the “chapa” (old van transporting people and packages) which amounted to a grand total of three and a half days of traveling, to finally reach Tofo, the farthest and most remote place I have visited.

The weeks in Tofo were a dream. I distinctly remember one morning walking down the beach to the dive shop thinking: “Wow, I am so lucky! I can’t believe that for now, my life consists of diving every day and surfing.” I am extremely grateful to have had the opportunity to be in Tofo to do my divemaster. Diving was great, with really good biodiversity including manta rays, reef sharks, electric rays, scorpion fish, lion fish, honeycomb moray eels, puffer fish, guitar fish, nudibranchs, harlequin shrimps and many more. In fact, I had a wonderful welcome from the ocean as soon as I arrived. On my first day diving, I spotted a big manta that remained with our group for the last 10 minutes of our first dive. Soon after, during our surface interval, we saw a juvenile whale shark and immediately jumped out of the water to swim with it! Simply stunning. Although I actually had few other encounters with big animals after that, the ever-present possibility of encountering them made every single dive exciting, particularly the deep ones. Still, I received a farewell gift from the ocean and was able to see reef sharks on my last dive in the Tofo waters. Diving aside, the people I met during my trip was also another highlight. Once again Zaynah was there to share adventures over and under water in Tofo and beyond. It was also great sharing a house with more young people also in pursuit of their divemaster, as well as meeting other divers, locals and foreigners. Overall sharing a life of water and sun was idyllic.

Living a dream with Manuel and Joakim.

The next leg of my trip was prompted by the need to solve another immigration issue. Getting a visa on arrival in Mozambique meant that I had to leave the country and come back in if I wanted to spend more than 30 days there. There was no easy way of extending my stay. Logistics for a simple leave and comeback trip proved to be complicated. So, luck smiled at me again and I was able to secure a job by the end of September, only a bit over a week after my visa’s expiry date. Zaynah and I decided that since we were already all the way down in the south of Africa, we might as well go on safari in Zimbabwe… It seemed like the perfect opportunity, one that doesn’t present itself every other Monday. Going on safari was our main goal, although we had no reservations other than a flight and hotel for the first few days in Victoria Falls.

As we first imagined, our time in Zimbabwe was unforgettable. We spent about three days in Vic Falls. We visited the falls national park, bungee jumped from the bridge, and did whitewater rafting (with crocodiles) in the Zambezi. All activities we deemed to be essential thrills. A day before departing to Hwange National Park, we still had nothing lined up. I had no idea where exactly we were going to stay at, but we were going, that was undisputed. Fortunately, the only place that answered my call gave us a fantastic deal and the next day we arrived at Sable Sands lodge for our dreamed-of safari adventure. Safari at Hwange was truly life changing. I discovered why traveling should be a priority in my life and ignited a passion in me for wildlife photography and seeking close animal encounters on land. Seeing animals I had only seen in Animal Planet up close felt surreal, magical. I felt immersed in The Lion King. In fact, I found myself calling animals by their character name in the movie. I also realized this is the type of experiences I want to seek throughout my life, nature-bound experiences. I want to experience as much of Earth as I can. The beauty is has to offer is majestic, I saw it in the might of the Victoria Falls, in the eyes of the elephants, in the strength of the lions, the style of the zebras, the mischief of the monkeys. Much more can be written about going on safari and seeing animals face to face, but the magic comes alive in person.

Elephant close up near Sable Sands.

Our unexpected and unplanned trip to Zimbabwe became not only one of my fondest memories, but a trip that taught me a couple important lessons. Our safari trip opened my eyes and filled me with even more enthusiasm about living and traveling farther, deeper, seeking the wild, experiencing the beauty of our planet first-hand. The next stop in my adventures took me back to Europe, this time Northern Europe to (perhaps) underrated Rendsburg, Germany.